COVID-19 impulsó notables innovaciones en tecnología del cuidado de la salud, tanto dentro del ámbito hospitalario como fuera del mismo.
El sector sanitario, al igual que otras industrias, todavía sigue lidiando con carencias de recursos esenciales, tales como equipamiento, suministros, personal, medicamentos y dispositivos especializados. La demanda de productos médicos se ha acrecentado y tanto fábricas como distribuidores tienen dificultades para mantener el ritmo, en parte debido a la escasez de trabajadores y a los protocolos de seguridad relacionados con la pandemia que afectaron la productividad.
El seguimiento de productos a lo largo de la cadena de suministro (desde la materia prima y el equipo de fabricación hasta los productos terminados, tales como mascarillas, respiradores y vacunas) ha pasado a ser un aspecto crucial para que los fabricantes de productos médicos puedan cumplir con las exigencias de la industria para la prestación de servicios sanitarios de calidad.
Como resultado, muchas fábricas adoptaron tecnologías inteligentes, incluida la robótica y dispositivos de Internet de las cosas (IoT), y otros tipos de automatización posibilitados por la conectividad 5G, para acelerar la producción, mejorar la eficiencia y crear entornos de trabajo seguros. Esos cambios llegaron para quedarse ya que las fábricas identificaron la necesidad de lograr una progresiva resiliencia en sus operaciones. Un estudio pronostica un mercado mundial de fábricas inteligentes de $214 millones para 2026, en comparación con los $140 mil millones de 2020.