Cuando los dispositivos móviles fueron ampliamente adoptados por primera vez en las instituciones financieras, a fines de los años 90, las líneas con responsabilidad corporativa eran lo habitual. Podemos pensar en los PalmPilots y luego los BlackBerries. Esperar que los empleados se financien estos dispositivos como gastos comerciales hubiera sido impensable, y mucho menos para ejecutivos y otros empleados que generan ingresos. Igualmente inaceptable era la idea de que los datos de la compañía y los clientes sea transmitida y almacenada en otro dispositivo que no sea propiedad aprobada por la compañía.
Existieron muchas políticas acerca del uso de los dispositivos con RC, incluida la posibilidad de una rescisión por usar los dispositivos con RC para uso personal. Este fue uno de una gran cantidad de factores que contribuyeron al cambio gradual hacia la política de conservar tu teléfono como una opción, y finalmente se convirtió en la nueva normalidad. Los empleados, especialmente a niveles gerenciales, querían la flexibilidad de un solo dispositivo para uso empresarial y personal. Cada vez más, los dispositivos que los empleados querían, smartphones y laptops, eran aquellos con la última innovación tecnológica y prestigio. Desde mediados y hasta finales de los años 2000, eran productos Apple costosos. Las instituciones financieras calcularon que era más rentable permitir que los empleados conserven su teléfono y hacerles un reembolso a través de un estipendio fijo.
Ahora, la tendencia parece estar revirtiéndose. Desde 2020, las instituciones financieras han comenzado a adoptar las políticas de RC nuevamente. Este cambio es el resultado de diversos factores.