Cuando hablamos de conectividad hoy en día, hablamos de núcleos. Estos núcleos se crean en torno al dispositivo que usamos y a la ubicación en la que nos encontramos o a una combinación de ambos. Cuando estamos al exterior, será celular. Cuando estamos dentro de un edificio, por lo general es Wi-Fi, si estamos usando un dispositivo móvil como un smartphone, una tablet o una laptop, o Ethernet, si se trata de una computadora de escritorio (aunque hay muchas computadoras que también se conectan usando Wi-Fi, por supuesto).
De dónde vienen estas señales (de una torre celular, una red de fibra óptica o una extensión de cable coaxial) y cómo funcionan tiene escasa importancia para el usuario final. Los usuarios solo quieren realizar sus tareas. Y cada vez tienen menos paciencia con plataformas exclusivas que los obligan a cambiar constantemente entre diferentes estándares y tecnologías para poder seguir con sus actividades.
Como sucedió con las disputas de las computadoras en los años 2000, que terminaron en una tregua plug-and-play con USB, HDMI y Bluetooth como protagonistas, las personas ahora están esperando un acuerdo similar centrado en la conectividad. Quieren la libertad de conectarse sin tener que cambiar de una plataforma de transmisión de señal a otra solo por estar dentro o fuera de un edificio o por estar usando cierto tipo de dispositivo.
Con el constante crecimiento de 5G en todo el país, creemos que el futuro de la conectividad en interiores se centrará en esta tecnología. No porque seamos los primeros en activar una red 5G nacional*, si no porque tiene sentido.
No importa lo bueno que sea Wi-Fi, sigue siendo una isla. Cuando sales de un edificio con un dispositivo que solo usa Wi-Fi, no solo estás dejando atrás los servicios físicos de ese espacio, sino que también te ves forzado a interrumpir tus experiencias digitales. Una vez fuera, es posible que puedas, o no, recrear esas experiencias. Para los consumidores, esto puede ser simplemente una molestia. Pero, en el mundo de los negocios, esto puede tener un impacto en la productividad, y resultar en experiencia de calidad inferior para empleados y visitantes importantes.
Hoy en día, como el índice de penetración celular en edificios es bajo (pensemos en un solo dígito), estas incongruencias son aceptadas. En lo sucesivo, a medida que se extienda la presencia de 5G y las personas se acostumbren a tener banda ancha móvil siempre activa de baja latencia, prevemos que esperarán disfrutar de esa misma experiencia dondequiera que estén.
Presenciamos la misma transición con Wi-Fi. Solía encontrarse únicamente en cafeterías donde la gente iba para conectarse y pagaba por ese privilegio. Hoy en día, las redes Wi-Fi públicas se encuentran por doquier, por lo general son gratis y las personas esperar que estén ahí. Las dan por sentadas. Pero, a diferencia de una conexión celular, no puedes llevarla contigo si te vas.