Lauren Miller
La planificación para la sucesión de una empresa familiar es un proceso, no un acontecimiento único. Esta es una realidad que no conocía hasta que me tocó vivirla.
La planificación y la transferencia de sucesión de nuestra empresa familiar comenzó cuando mi padre enfermó, y luego de haber pasado por este proceso yo misma, tomé la misión de ayudar a otros a superar estas complejidades.
La planificación para una sucesión puede ser algo abrumador. Cuanto te toca lidiar con todo lo relacionado con una enfermedad terminal: tiempo, energía, estrés, cuidados y al mismo tiempo llevar una empresa y hacer una planificación para la sucesión, te sientes estresado rápidamente.
Si bien el diagnóstico de mi padre hizo que tuviéramos que ocuparnos rápidamente de la planificación y el traspaso de la empresa, él venía preparando todo para que su empresa pudiera continuar por un tiempo más allá de su liderazgo. Mi hermano, que ahora es el CEO, tuvo un cargo en la empresa familiar por 20 años y había sido preparado concretamente para dirigir la empresa.
Cuando a mi padre le dieron el diagnóstico, yo estaba detrás de mis propios emprendimientos empresariales y nunca me había interesado un empleo dentro de la empresa familiar. No fue hasta que mi familia tuvo que enfrentar la realidad de la enfermedad de mi padre que yo desarrollé un profundo aprecio y devoción por la empresa familiar. Fue en este punto que comencé a aceptar y a valorar mi responsabilidad heredada, y me impuse el desafío de poder equilibrar esto con mis propios objetivos y aspiraciones.
Básicamente lo que mi padre me pidió fue simple: ayudarlo a proteger su legado. Ayudarlo a vivir todo lo posible para que mis hermanos y yo estemos listos para su partida. Fue un pedido con mucha más responsabilidad que solo la planificación para la sucesión de la empresa. Debido a mi edad, la flexibilidad y la libertad de mi vida y mi empleo (disponibilidad 9-5), un esposo e hijos, más mi relación estrecha con mi padre, era la hija en la mejor posición para tomar el liderazgo de esa tarea.
Por casi cuatro años fui la cuidadora de mi padre pero también su aprendiz y sucesora. Aprendí de él. Me pasó sus conocimientos. Pudimos documentar y registrar su vida y lecciones. Me enseñó la historia de mi familia y nuestro legado empresarial y tenencia de tierras. Pudimos resolver asuntos a nivel personal y profesional. Me introdujo en su sistema. En pocas palabras, me enseñó cómo pensar, cómo ver las oportunidades y cómo dirigir su empresa.
En ese tiempo, nos volvimos realmente un dúo dinámico, pero siempre digo que hubiésemos deseado no haber tenido que esperar a que se enfermara para empezar ese proceso. Deseábamos haber tenido más tiempo porque podríamos haber hecho mucho más y preparado la empresa para ser incluso más sólida que lo que era al momento del traspaso.
Después de haber pasado este proceso con mi familia, aprendí muchas lecciones y aprendí mucho sobre la planificación de las sucesiones. Estas son las tres prioridades que hay que considerar: planificación, asistencia, y tiempo y responsabilidad.